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martes, 17 de julio de 2012
DON NINO
DON NINO.
Comencé a escribir estas líneas hace algunos meses, una tarde de 2011
que me ganó la nostalgia y para disimularla tome pala y azadón y me fui a
una pequeña comunidad del municipio de Indaparapeo, ahí Don Nino (mi
suegro) tiene una pequeña propiedad, y mientras platicaba en silencio
con él dejé correr libremente mis lágrimas cuando le contaba la tristeza
que me mata porque Don Moy (mi papá) emprendió un largo, muy largo
viaje.
Dejé que mis lágrimas se confundieran con el sudor que
bañaba mi rostro mientras fingía que esparcía el escombro que dejaron en
su terreno, intentaba calmar el calor con una cerveza, pero la cerveza
también me sirvió para dejar escapar mis reprimidos sentimientos.
Extrañaba al hombre que me enseñó a caminar por la vida y que me
corrigió tantas veces como fue necesario, recordaba aquel terruño
perdido en la sierra purhepecha de Los Reyes, pero también me podía
estar esparciendo las ruinas de lo que fue un gran imperio personal, el
imperio de Don Salvador, fallecido hace algunos años y ahora sus hijos
habían derrumbado su casa, esos escombros estaba esparciendo, ahora
serán las bases de otro gran imperio que está empezando a despuntar, el
imperio personal de Don Nino.
Don Moy y Don Nino tienen algo en
común, les gusta trabajar, les gusta hacer sus cosas, se levantan
temprano para que no se les haga tarde, caminan al ritmo del sol y al
caer la noche aún tienen fuerzas para seguir laborando. Además, los dos
cuentan con mi cariño, respeto y admiración.
Don Nino llegó
hace unos días de Chicago, lugar donde radica desde hace más de 30 años,
viene cada año a pasar algunos días con sus hijos, sus dos nietos (mis
hijos) y los agregados como yo. Pero ahora vino con una misión especial,
vino a la boda de su hija.
Nunca como en este año contamos con
tantas ganas y desesperación los días que faltaban para que llegara el
17 de enero, a las 8:45pm, el vuelo que venía de Chicago con escala en
Dallas, ahí venia Don Nino, el papá de Lolita (mi esposa), el abuelo de
Agus y Karen (mis hijos)… ¡Ahí venía mi suegro!
Aunque no me lo
ha dicho, sé que le dio mucho gusto vernos en el aeropuerto, porque
este año estábamos ahí sus 4 hijos, sus 2 nueras, sus 2 nietos, Marco y
un agregado: Yo. En muchos años no había tenido un recibimiento como
ese.
Por primera vez en muchos años ha convivido más con sus hijos y los ha disfrutado como no lo podía hacer desde hace 15 años.
Cumplió su compromiso de Padre, casó a su hija, la fiesta fue bonita,
sencilla pero elegante, sin carencias pero sin excesos. Veo en su rostro
un gesto de satisfacción y tranquilidad.
Con el paso de los
días se acerca el momento de la despedida, volverá a Chicago, esperando
poder volver el próximo año y algún año quedarse en definitiva, ya no
regresar a Estados Unidos.
Llegado el momento Don Nino partirá
dejando nuestros corazones tristes, tristeza que se amortizará con
llamadas semanales mientras regresa. Se irá con la satisfacción de haber
cumplido, con la alegría de ver a sus hijos grandes, casados, sanos. Se
irá con nuevos temores, pero se irá tranquilo. Para nosotros el reloj
comenzará su cuenta regresiva, esperando el momento de poderlo abrazar
nuevamente.
Profr. Gonzalo Reyes Agustín.
Región Morelia.
Enero 2012.
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